Llamamos discernimiento a la facultad de distinguir entre lo real y lo ilusorio, y es lo que guía a los hombres para entrar en el Sendero. Pero también es mucho más que esto, y debe practicarse no-solo en el comienzo del Sendero, sino en cada una de sus etapas, diariamente, hasta el fin.
Cuando entramos en el Sendero, es porque aprendimos que tan solo en él pueden encontrarse cosas dignas de ser alcanzadas. Hay quienes trabajan para adquirir riqueza y poder, pero esto puede durar lo que dura una vida solamente, así que esto no es real. Hay otros bienes mayores, reales y perdurables, que cuando los hayamos alcanzado, ya no desearemos jamás los otros.
La religión que un hombre profese, su raza, poco importan. Lo realmente importante es que los hombres conozcan el Plan Divino. El Plan de Dios es la evolución. Cuando comenzamos a conocerlo y reconocerlo, nos identificamos con sus designios y comenzamos a trabajar de acuerdo con él, porque es tan glorioso como bello.
Estando al lado de Dios, estamos unidos, y no importa en lo mas mínimo si nos llaman hindú, cristano o mahometano, ni que idioma se hable. Quienes estamos al lado de Dios, vamos entendiendo por qué estamos aquí, y cual es nuestra misión y comenzamos a querer cumplirla. Quienes aun no han comenzado su búsqueda, intentan trazarse vías que imaginan placenteras sin comprender que todos somos Uno, y que, por lo tanto lo que el Uno quiere puede ser verdaderamente agradable para todos. Hasta que aprendemos a distinguir entre lo real y lo irreal, para empezar a caminar por el Sendero hacia Dios, discernimiento es el primer paso.
Luego, cuando hayamos hecho la primera elección, nos iremos dando cuenta que hay muchas variedades de lo real y lo irreal, y que entonces debemos discernir también entre lo justo e injusto, lo esencial y lo accesorio, lo útil y lo inútil, lo verdadero y lo falso, lo egoísta y lo altruista.
El cuerpo es distinto del hombre, y la voluntad del hombre no siempre coincide con el deseo del cuerpo. Cuando nuestro cuerpo quiere algo, deberíamos a detenernos a pensar si nosotros realmente lo deseamos. ¿Por qué? Porque nosotros somos Dios, y queremos lo que Dios quiere. Entonces deberemos bucear profundamente en nosotros mismos para hallar nuestro Dios interno y escuchar Su voz que es Nuestra voz. No tendríamos que confundirnos con nosotros mismos ni con
nuestro físico, ni con nuestro cuerpo emocional, ni con el mental, porque cada uno de ellos pretenderá ser él YO con el fin de obtener lo que Desea. Deberemos conocerlos a todos y reconocernos su dueño.
Hay mucho por aprender en el Sendero, y por muy sabios que creamos ser, también es preciso el Discernimiento.
Dios es tanto Sabiduría como Amor, y cuanta más sabiduría alcancemos, mejor podremos manifestar a Dios. Fé y Conocimiento es lo que nos dará Discernimiento. Exploremos el mundo del conocimiento, no para que nos llamen sabios, ni aún teniendo la dicha de serlo, sino porque tan solo con conocimiento, de la mano de la Fé, se puede ayudar sabiamente.
Deberemos aprender a distinguir lo falso de lo verdadero, aprendiendo a ser verídicos en todas las circunstancias, en pensamiento, en palabra y en obra.
Aprender a reconocer a Dios en todos los seres y en todas las cosas, ayudándonos por medio de lo que tenemos en común con todos los seres, que es la Vida Divina.
Aprendamos a despertarla y a vivificarla en nosotros y en cada uno.
Fuente: A los Pies del Maestro – J. Krishnamurti
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