Mis niños internos.
En ese momento descubrí la imperiosa necesidad de reencontrarnos. Para eso tambien se hizo necesario sanarlos.
Conexión con el Alma me dio herramientas para ello. Umbrales de Gracia que me acercaron a mi niña, envueltas en la Gracia de la canalización.
En este espacio me gustaría compartir la sanación que yo misma cree para mi niña cuando entendí la magia que se creó entre nosotras:
Cierro mis ojos con la intención de encontrarme con mi niño, en el lugar donde mi Alma lo disponga. Me entrego a su voluntad, voluntad Divina del Padre.
Me veo caminando descalza a orillas de un lago, de aguas cristalinas. Mis pies sienten la textura de la arena y las pequeñas piedritas que hay en ella.
A lo lejos distingo una silueta chiquita, que viene caminando hacia mí, muy despacio, como con temor, sin dejarse ver totalmente, como ocultándose entre los altos árboles que rodean este lugar.
Mi Alma, que me acompaña, detecta su inseguridad, y con inconmensurable amor, ilumina el camino que me separa de ella, llenándolo de luz, para que se anime al encuentro.
Y así, rodeados de luz, camino hacia ella, y ella hacia mí, hasta que... un pasito más... y allí estamos, frente a frente.
Mi primer impulso fue un abrazo, abrazo a mi niña chiquita y temerosa, y lágrimas corren por nuestras mejillas. Lágrimas de emoción e infinito amor a ese ser que soy yo misma. Cuánto tiempo separadas!!!, Cuánto tiempo!!
Permito que mi mente se una a mi corazón, y permito la entrada del amor, dejando que esa energía amorosa limpie cualquier energía negativa que esté en el camino, dejando que el amor, la sabiduría y el poder fluyan a través de mi cuerpo.
El verdadero sentido del saber y la verdadera confianza en lo Divino, el verdadero sentido del Ser, en unidad con el Universo, es lo que siento que me invade; ya no me siento sola.
Y la abrazo, y la dejo que exprese todo su dolor y su enojo, la escucho como nunca antes lo había hecho, porque tampoco era consciente de su presencia en mí. Le pido perdón por no haberla tenido en cuenta.
Y en el abrazo, también le digo, que ya no volveremos a separarnos, que caminaremos juntas el tiempo que lo Superior en nosotras haya dispuesto.
Así, juntas y en unidad, fluimos en el Amor Divino que está dentro de nosotras. Nos permitimos conectarnos con el Amor Divino en nosotras, sintiendo y reconociendo ese sentimiento, permitiendo que el Amor llene nuestros corazones.
Le ofrezco a mi niña habitar en mi corazón. Le digo que en él, de ahora en más, estará segura y cuidada, porque ahora sé que ella habita en mí. Que aprenderemos juntas a entendernos y a amarnos, que haremos el camino juntas escuchándonos y respetándonos.
Y estamos de acuerdo, y nos abrazamos y bailamos de felicidad por el reencuentro. Y jugamos y danzamos en la alegría del agradecimiento al amor del Padre.
Llega el amor, la alegría y la libertad para nosotras mismas, y sabiendo que ahora podremos expandirlos porque están dentro nuestro.
Agradecemos que nuestras buenas energías se multipliquen y crezcan, sanándonos y conectando a mi niña con la Madre Tierra, expandiendo nuestros corazones al Amor verdadero.
Disfrutamos el encuentro y el sentimiento de sanarnos mutuamente hasta que mi niña aprenda a disfrutar el habitar en mi corazón, que le ofrezco como santuario, su santuario Divino, para que juntas ahora podamos cocrear verdaderamente con el Espíritu.
Acuno a mi niña en el Santuario sagrado de mi corazón, observando como su carita va recobrando sus expresiones de paz y de alegría, de niña, mientras mi Alma se llena de gozo.
Cuando vuelvo... cuando abro mis ojos... nada a mi alrededor es igual, la luz envuelve mi entorno y mi corazón se regocija en alegría y agradecimiento al Padre!!!
Me veo caminando descalza a orillas de un lago, de aguas cristalinas. Mis pies sienten la textura de la arena y las pequeñas piedritas que hay en ella.
A lo lejos distingo una silueta chiquita, que viene caminando hacia mí, muy despacio, como con temor, sin dejarse ver totalmente, como ocultándose entre los altos árboles que rodean este lugar.
Mi Alma, que me acompaña, detecta su inseguridad, y con inconmensurable amor, ilumina el camino que me separa de ella, llenándolo de luz, para que se anime al encuentro.
Y así, rodeados de luz, camino hacia ella, y ella hacia mí, hasta que... un pasito más... y allí estamos, frente a frente.
Mi primer impulso fue un abrazo, abrazo a mi niña chiquita y temerosa, y lágrimas corren por nuestras mejillas. Lágrimas de emoción e infinito amor a ese ser que soy yo misma. Cuánto tiempo separadas!!!, Cuánto tiempo!!
Permito que mi mente se una a mi corazón, y permito la entrada del amor, dejando que esa energía amorosa limpie cualquier energía negativa que esté en el camino, dejando que el amor, la sabiduría y el poder fluyan a través de mi cuerpo.
El verdadero sentido del saber y la verdadera confianza en lo Divino, el verdadero sentido del Ser, en unidad con el Universo, es lo que siento que me invade; ya no me siento sola.
Y la abrazo, y la dejo que exprese todo su dolor y su enojo, la escucho como nunca antes lo había hecho, porque tampoco era consciente de su presencia en mí. Le pido perdón por no haberla tenido en cuenta.
Y en el abrazo, también le digo, que ya no volveremos a separarnos, que caminaremos juntas el tiempo que lo Superior en nosotras haya dispuesto.
Así, juntas y en unidad, fluimos en el Amor Divino que está dentro de nosotras. Nos permitimos conectarnos con el Amor Divino en nosotras, sintiendo y reconociendo ese sentimiento, permitiendo que el Amor llene nuestros corazones.
Le ofrezco a mi niña habitar en mi corazón. Le digo que en él, de ahora en más, estará segura y cuidada, porque ahora sé que ella habita en mí. Que aprenderemos juntas a entendernos y a amarnos, que haremos el camino juntas escuchándonos y respetándonos.
Y estamos de acuerdo, y nos abrazamos y bailamos de felicidad por el reencuentro. Y jugamos y danzamos en la alegría del agradecimiento al amor del Padre.
Llega el amor, la alegría y la libertad para nosotras mismas, y sabiendo que ahora podremos expandirlos porque están dentro nuestro.
Agradecemos que nuestras buenas energías se multipliquen y crezcan, sanándonos y conectando a mi niña con la Madre Tierra, expandiendo nuestros corazones al Amor verdadero.
Disfrutamos el encuentro y el sentimiento de sanarnos mutuamente hasta que mi niña aprenda a disfrutar el habitar en mi corazón, que le ofrezco como santuario, su santuario Divino, para que juntas ahora podamos cocrear verdaderamente con el Espíritu.
Acuno a mi niña en el Santuario sagrado de mi corazón, observando como su carita va recobrando sus expresiones de paz y de alegría, de niña, mientras mi Alma se llena de gozo.
Cuando vuelvo... cuando abro mis ojos... nada a mi alrededor es igual, la luz envuelve mi entorno y mi corazón se regocija en alegría y agradecimiento al Padre!!!
Aleyla
1 comentario:
que belleza Aleyla....
gracias por compartirlo
ana
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