Los Dones del Espíritu Santo son regalos de Dios y, como dice Jesús, los da a quienes se los piden. Sirven, principalmente para empezar a vivir en esta vida, la vida del Reino de Dios. Los Dones son como un filtro que se pone entre lo que nace desde el fondo de la persona y lo que se presenta al exterior. De la misma manera, sirven como una barrera protectora entre el exterior y el alma.
Son siete: Sabiduría, Fortaleza, Consejo, Amor, Discernimiento, Ciencia y Santo Temor de Dios.
SABIDURÍA:
Es el primero que señala Isaías. La Sabiduría es "más valiosa que el oro y la plata", es el don de conocer los misterios maravillosos de Dios, su amor, su grandeza, su preocupación por nosotros....
Es el gusto por lo espiritual, la capacidad de saciar la necesidad de saber cuando se conecta con la Fuente. La capacidad de hablar sin herir pues es la voz del Espíritu. La capacidad de obrar con el otro según la medida de Dios.
Todo ello hace que dejemos de hacer para ser admirados o para recibir agradecimiento, sino por el placer de ser Dios en nosotros.
Nos permite apreciar lo que vemos, la Obra Divina.
Dice la Sabiduría, (Prov. 8,12):
"Yo, la Sabiduría, tengo conmigo la discreción, poseo la ciencia y la cordura.
La soberbia, la arrogancia, el mal camino, la boca perversa, la detesto.
Mío es el consejo y la habilidad; mía la inteligencia, mía la fuerza.
Por mí reinan los reyes y los jueces administran justicia.
Por mí reinan los reyes y los jueces administran justicia.
Por mi mandan los príncipes y gobiernan los soberanos de la tierra.
Amo a los que me aman, y el que me busca me hallará."
FORTALEZA:
Es el Don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la perseverancia, es una fuerza sobrenatural, especial, para realizar lo que Dios quiere de nosotros. Nos ayuda a poner una barda de piedra, un alcázar, una fortaleza alrededor del Alma, para protegerla del mundo, y en sentido inverso, nos da la fuerza de Dios para lograr cosas extraordinarias, pero única y exclusivamente para mayor Gloria de Dios.
Nos sostiene en la noche oscura del Alma, mientras atravesamos el velo del karma, en las dificultades, en nuestras debilidades, ayudándonos a cumplir la voluntad de Dios.
En sus salmos, (Sal 17, 1-3) el Rey David nos enseña:
"Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos."
CONSEJO:
Hermoso Don!. Sólo imaginemos tener a cada momento el Consejo Divino de qué decir, hacer, sentir, pensar o callar y que sea exactamente lo que está en la voluntad de Dios?Como dijo el Rey Salomón en Proverbios 2:
"Hijo mío, si tomares mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de tí,
Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la prudencia;
Si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz;
Si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros;
Entonces entenderás el temor de Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios.
Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.
Él provee de sólida sabiduría a los rectos; es escudo a los que caminan rectamente.
Es el que guarda las veredas del juicio, y preserva el camino de sus santos.
Entonces entenderás justicia, juicio. Y equidad, y todo buen camino.
Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, y la ciencia fuere dulce a tu alma,
el consejo te guardará, te preservará la inteligencia."
AMOR (CARIDAD, PIEDAD):
Este don ayuda a nuestra Alma a ofrecerle a Dios todo lo que está a su alcance y más allá para que sea honrado y para que aumente su gloria. Sana nuestro corazón de todo tipo de dureza, extingue en el corazón los focos de tensión y de división como la amargura, la cólera, la impaciencia, y lo alimenta con sentimientos de comprensión, de tolerancia, de perdón.
Por ejemplo, Lucas relata que la Virgen María dijo: "Mi alma magnifica al Señor, y salta de júbilo mi espíritu en Dios mi salvador".
También, Isabel dijo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre". Ambas llenas del Espíritu de Piedad.
Teniendo este Don, se podría decir que el Espíritu Santo nos "enamora" de Dios y de su hijo Jesucristo y es tanto este amor, que nos impulsa a unirnos a Jesús en todos los actos que aumenten la Gloria de Dios.
El amor, la piedad, transmuta, disuelve el error y libera de los lazos kármicos. Es el escudo mayor contra todo el mal que pudiera manifestar el mundo.
El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el Don de la piedad que el Espíritu Santo derrama en las almas.
Relata Lucas que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viera al Ungido del Señor. Movido por el Espíritu, vino al templo. Cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo para hacer por él conforme al rito de la Ley, él lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios, diciendo:
"Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra,
porque han visto mis ojos tu salvación,
la cual has preparado en presencia de todos los pueblos;
luz para revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.
Lc. 2,25
DISCERNIMIENTO:
Es una Gracia del Espíritu Santo para comprender la Palabra de Dios y profundizar las verdades reveladas. Es la facultad de comprender lo que procede de Dios, comprendiendo al Espíritu. Es leer interiormente o penetrar en los misterios divinos desde adentro.
Estamos en lo más alto de la unión con Dios o mejor dicho de las tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Estamos en territorio Sagrado. Aquí abunda la Paz porque ya estamos dentro de.
Contando con el Don de Discernimiento no necesitamos explicaciones porque entendemos a Dios. Es el Don que ayuda al Alma a entender a Jesús en el pan y el vino. Ayuda al Alma a entender la Gloria de Resurrección.
La mente humana se abre y se expande por revelación en contacto con la Fuente.
CIENCIA:
Se lo conoce también como el Don de Conocimiento. Facilita la distinción entre lo verdadero y lo falso, entre la verdad y la mentira. Es el Don que hace ver el verdadero valor de las riquezas y de los honores, que terminan tan fácilmente.
En el mundo contemporáneo, el hombre está expuesto a la tentación de interpretar al mundo solo en relación a la riqueza de las cosas, de su complejidad, variedad y belleza, corriendo el riesgo de absolutizarlas y hasta de divinizarlas hasta hacer de ellas el fin supremo de su vida misma. Esto ocurre sobre todo cuando se trata de las riquezas, del placer, del poder, que justamente pueden derivar de lo material, convirtiéndolos en ídolos, ante los que el mundo se postra demasiado a menudo.
Este Don nos permite ver a través del velo de la ilusión y ver más allá de lo aparente, tras las máscaras que nos calzamos y descubrir detrás el Plan Divino.
El Don de Ciencia se parece a los cuentos de niños, cuando relatan que dejan piedritas en el camino para volver a su casa, solo que es este caso, nos ayudan a regresar a Dios.
SANTO TEMOR DE DIOS:
Este Don no es un temor equivalente a miedo, sino temor equivalente al gran Amor que causa en todo nuestro ser la grandeza del Padre, su belleza, su bondad, por lo cual, no deseamos ofender a Dios por ninguna causa.
Este Don hace que dejemos de lado cualquier oportunidad de ofender a Dios, buscando desprendernos de todo aquello que pueda separarnos de Él.
San Juan de la Cruz escribió:
"Para venir a gustarlo todo
no quieras tener gusto en nada.
Para venir a saberlo todo
no quieras saber algo de nada.
Para venir a poseerlo todo
no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo
no quieras ser algo en nada."
Este desprendimiento y conocimiento es fruto del Temor de Dios.